No pensé que quedara varado
mi mensaje de auxilio
dentro de una botella,
en un pantano donde la sequía
seca y cuartea el fondo.
Perpleja, desnuda de inocencia,
siento pena de mi misma. Me ruborizo.
Sin destino queda mi seguridad
en medio de la nada.
Huele a ciénaga el aire que respiro.
Foto Goyo Hueso.
Comentarios
Volverá a crecer la lluvia y lo llevará a terreno fértil.
El olor a ciénagas es pasajero
Un poema estupendo, Milagros.
Te leo, aunque no te comente, y cada vez escribes mejor.
Un abrazo grandote.
Saludos!