Cómo me gustaría ver la estrella de Oriente que me indicara el camino de los Magos, contemplar las lágrimas en estatuas de santos, o que una luz me tirara del caballo. Que una rogativa solucionara la sequía, que San Antonio me guardara aquel novio, que Santa Clara -por huevos- detuviera la lluvia o que Santa Bárbara sujetara los rayos. Los milagros de ahora ya no son lo que eran, ya no están llenos de efectos especiales. Que se abra un mar produce más impacto, que sobrevivir tapado con cartones.