Felices Fiestas.

Nos hemos transformado en mineros de nuestra propia mierda

Siempre centrados en nosotros, en nuestros mezquinos problemas;

 nos han castrado la misericordia, eso está tan pasado como los buñuelitos de monja.

Nos han raptado el amor para hacerlo ONG oficialista, sin corazón,

eficaz y fría como el hierro de los barrotes que pretenden cortar.

Pero no se preocupe usted, da igual.

¿Que está deprimido?

El sistema tiene la solución:

Acicálese hasta confundirse con una puerta barnizada.

¡Y de compras!

Seguro que eso ahoga su interior y ya se sabe: "Muerto el perro se acabó la rabia"

Y no olvide echar en la bolsa, a ser posible ecológica, gracias. Algo del Espíritu de la Navidad. Esto es: Vista a la abuela con ese chalequito monísimo que nunca se pone y hágale un moño castañero. (Sólo en Navidad no es pecado no parecer joven)

Cólguele, con mucha clase eso si, un collar de perlas de dos vueltas y póngale a contar entrañables historias.

Da igual que la “yaya” se acojone porque con tanto amor usted la saque de la residencia, donde la dejó este verano, y que ya no recuerde nada que no sea la vida de esa putita de barrio que sigue en la tele todas las tardes, para adormilar la artrosis y la rabia.

Ella, la yaya, nunca tuvo lo suficiente, quizá por eso nunca se deprimió; hasta ahora harta de pastillas y soledad y de tanta bombillita que le dice: “Felices fiestas”

Pero no se preocupe abuela, también para usted ya es Navidad en cualquiera de  los grandes almacenes. En eso todavía nos dejan escoger.

 Para Milagros poeta de la vida que pone esperanza en tanto caos. Con cariño

Josema.