Todas las palabras
se han quedado pequeñas,
para poder expresar,
para poder describir este sismo inevitable.
No hay palabras con que poder definir
este precipicio sin fondo
en el que cae el alma.
Ella intenta sujetarse en las paredes,
sin ser consciente de que no tiene garras.
La grieta ha partido en dos su árbol,
y su bosque se ha quedado sin flores y sin ramas.
Están ambas mitades en el suelo,
pobladas de termitas que con sus mordiscos,
vacían y ahuecan la esperanza,
y pinchan alfileres por toda su madera;
y también de arañas.
No hay línea en el horizonte que lo indique,
todo es niebla densa,
densa tela de araña.
Ha desaparecido la vida tragada por la tierra
en una digestión pesada,
y lo que ayer fue azúcar, ahora es retama.
Muerte lenta.
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