Inocentes corazones rotos,
victimas injustas
de una vida no elegida,
encuentran en el suelo
la resignación vieja,
en su cuerpo inmaduro.
Son pájaros caídos del nido,
que se entregan enteros al abrazo,
al beso, a la caricia tierna...
pero es muy difícil que vuelen ya alto.
Han sabido lo que es el desamparo,
el desarraigo ingrato.
Su risa,
no consigue el cielo
demasiado rasgado
para poder coserlo.
Son indefensos
a cualquier alimaña,
sin haberlo elegido,
sin haberlo buscado.
Se han caído del nido, porque los han tirado.
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