A veces me cuesta mucho dar con el camino
por el que debo seguir;
no porque no lo conozca,
sino porque me lleva a donde yo no quiero.
Y es por eso que vuelvo al punto de origen,
por ver si hay un pequeño sendero
paralelo a mi anhelo.
Pero solamente consigo desandar lo andado
y a la dureza de retornar de nuevo,
a los primeros tramos dolorosos
cuando la herida está más encarnada.
Y es que mi corazón ama tanto,
que no puede renunciar a esa pradera,
donde un día la risa se hizo hierba,
donde encontré el hallazgo
de una fuente que saciaba
plenamente, la sed de tantos años.
Sin embargo no me queda más remedio,
pero espero,
que volvamos a encontrarnos
y podamos, hacer nidos de barro
con los sueños.
Foto G. Hueso.
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