No tengo hechas las palabras,
porque de un dia para otro se endurecen.
Cada día preparo una buena hornada,
y procuro que ellas sean alimento
que quiten el hambre
y haga brotar sonrisas.
Aunque a veces
no acierto en su punto de cocida,
y algunas me salen demasiado quemadas
o algo crudas,
no me desanimo,
y sigo intentado que sean pan dulce.
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