Me acostumbré al silencio
de las mariposas,
aunque en mi otoño cálido
revolotea alguna.
En el caos de hojas
sin escoba se posan ;
saborean el polen
del jinebro maduro,
del acebo granado,
de los escaramujos.
Me acostumbre ya al riesgo
de saltar por los riscos,
de sortear raíces
de árboles cortados,
de evitar esas piedras
que resbalan mi alma,
de ascender a la cumbre
sin botas de montaña.
Más montesa que nunca,
camaleón de ocres,
no ansío ya la playa
ni esa estrella del norte.
Despierto a la mañana
mojada de rocío,
con mis manos calientes
y mi corazón…. Vivo.
Comentarios
Bss.
Muchos besos, Milagros.
Así sea!
Es un poema precioso en su contenido y profundidad.
Abrazos amiga.
Anouna
Un beso.
Muy lindas palabras,
Interesante blog, felicitaciones.
Saludos desde Argentina. :)