Estás ahí a mi alcance
y al mismo tiempo prohibida:
Eres una tableta de chocolate dulce.
Te miro e intento resistirme,
pero tengo en mis labios tu sabor.
Quiero pensar que me engordas,
por ver si así consigo, alejar mi deseo.
Te guardo en mi armario y tiro la llave
pero acabo volviendo
y me enfrento de nuevo,
al dilema de comerte o dejarte.
Al final cojo un trozo muy pequeño,
justificando que así no puedes hacer daño,
pero me gustas tanto,
que vuelvo y vuelvo
hasta comerte entera
y entonces, sólo entonces,
soy consciente de mi peso.
Pero de nuevo te compro en el supermercado,
porque cuando te saboreo se me olvida.
foto G. Hueso
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