Las espinacas y las acelgas tienen hierro
pero sigo llorando al pelar las cebollas,
me afligen las capas enterradas
que no tienen corazón;
prefiero una calabaza arrastrada con pepitas.
No todo lo que alimenta sacia,
ni lo que sale de la tierra es plenitud.
Los crisantemos no querrian ser las flores de los muertos.
De mi poemario Hortal de poemas.
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