Estoy subiendo la empinada cuesta
en este otoño desolado.
Por las grietas de las piedras milenarias
asoman hierbajos ya secos.
Las zarzas del camino muestran restos, de frutos
ya momificados.
La casa ya casi derruida,
tiene el cerrojo de su puerta echado;
y las campanas del reloj de la torre
recuerdan, que la vida no espera.
El viento levanta las hojas del suelo
y su sonido aterra,
a las palomas que en desbandada huyen.
Estoy subiendo la empinada cuesta en este otoño sola,
sin sol y con nubes.
en este otoño desolado.
Por las grietas de las piedras milenarias
asoman hierbajos ya secos.
Las zarzas del camino muestran restos, de frutos
ya momificados.
La casa ya casi derruida,
tiene el cerrojo de su puerta echado;
y las campanas del reloj de la torre
recuerdan, que la vida no espera.
El viento levanta las hojas del suelo
y su sonido aterra,
a las palomas que en desbandada huyen.
Estoy subiendo la empinada cuesta en este otoño sola,
sin sol y con nubes.
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