Cuando mi árbol estaba a punto de tirar sus hojas,
cuando ya algunas cosas eran sólo recuerdo,
cuando pensaba que los milagros no existían,
cuando creía que nada consiguiría moverme...
Sucedió que el otoño acarició mis hojas,
y yo sentí la primavera correr por su sabia ya caduca.
Desde entonces mis hojas no envidian a las más bellas flores.
Foto Goyo Hueso
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