La tarde de pronto era fria.
El viento provocó
una tormenta de hojas caídas,
y el cielo se volvió oscuro.
De nuevo una grieta
en la tierra se abría,
y un río de fuego
fluía profundo.
Pero era un fuego
sin hoguera y sin humo,
que no calentaba
al corazón desnudo.
Foto Goyo Hueso( colección grafittis de Tarazona)
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